Vivir ya no cuesta vida y las organizaciones modernas lo saben, no se viene al mundo a padecerlo sino a experimentarlo y a equilibrar la cultura corporativa con las necesidades de los empleados.
Charles Darwin ya nos marcó el camino allá lejos en 1859 y nos legó una de sus frases más célebres “No es el más fuerte de las especies el que sobrevive, tampoco es el más inteligente el que sobrevive. Es aquel que es más adaptable al cambio”.
Y si algo nos ha dejado la pandemia ha sido una gran lección sobre la forma de adaptarse a los momentos que corren. No solo para comprar, para relacionarnos y para la toma de conciencia frente a la vida que se pasa rápido frente a nuestras narices. Las empresas, tanto desde las corporaciones como las pequeñas organizaciones, están atravesando una situación crítica. Los empleados de distintas empresas en todo el mundo están renunciando a la velocidad de la luz. ¿Los argumentos? Citan la falta de conexión con las empresas contratantes, como razón principal. Muchos sienten un aumento del agotamiento al que somete la cultura corporativa, la culpa por dejar a seres queridos y familia. Por ello los empleados también informan que quieren sentirse valorados y tratados como individuos.
El gran desafío de los responsables de recursos humanos se ha incrementado, no solo por los vaivenes de los nuevos escenarios de trabajo en casa, sino también el tan prometido “working balance” que ya no solo es una gran promesa de capital humano, sino que es la necesidad concreta de muchos empleadores, jóvenes y de larga data.
Las organizaciones deben abordar esta necesidad de conexión y bienestar de los empleados. Un enfoque es desarrollar la adaptabilidad, que puede impulsar el bienestar, convertir la adversidad en una oportunidad de aprendizaje y crear un entorno en el que las relaciones puedan prosperar.
Uno de los más importantes cambios que se reclaman es el equilibrio entre la vida personal y la corporativa. El 65% de los encuestados afirman que quieren poner a su familia por delante del empleo. Así mismo entra en juego la salud mental, los efectos de la ansiedad y el stress confiscan esas ganas de ejercer la carrera corporativa encontrando vidas. Por otro lado, la selección del tipo de compañía, el valor y la misión ya no solo conforman bonitos posteos sino que deben ser una realidad más allá de las palabras. Empresas que contaminan el medio ambiente, con poco claras políticas de contratación también juegan a favor de renunciar o directamente no postularse a los mejores puestos.
Es así que hoy no solo se confirma un empleo por una buena paga o una buena ubicación, ya no suma tener un espacio pet-friendly, hoy el capital humano no debe estar disociado de la realidad de las organizaciones, es por eso que todo se inclina a una mirada más justa, más sana y más equitativa, en género, en sustentabilidad y en el cuidado del medio ambiente.
Human First.